martes, 27 de mayo de 2008

A I R E P U R O P A R A A L G U N O S, C O C T E L T O X I C O P A R A O T R O S


Mi cansancio y sueño exagerado provocó que despertara cerca de la una del mediodía.
Baje las escaleras de mi casa y me acerqué a saludar a Julieta, mi hermana. Pronto sentí un aroma poco normal y un tanto molesto. Mi ignorancia por el tema me llevo a preguntar: “¿Qué se está quemando?” a lo que mi hermana con cierta cuota de ingenuidad respondió: “No sé, pero hay muchísima niebla y en el aula de la facultad no se podía ni respirar”. No le di mucha importancia al asunto y seguí con las tareas que tenía planificadas para ese día.
El reloj marcaba las 4:45 de la tarde cuando mi mamá llegó de trabajar y casi sin saludarla le pregunté qué era ese olor que me provocaba cierta molestia en la garganta. Un tanto molesta por mi falta de conocimiento me explicó que se estaban provocando quemas de pastizales en el Delta de Paraná y como resultado de los fuertes vientos el humo se extendía y sentía en la capital federal.
Sábado 19 de abril. La molestia cada vez era mayor, el humo generó una tos constante, molestia en la garganta y un dolor agudo en mi cabeza que me llevó a investigar más sobre el tema. El titular del diario Clarín afirma lo siguiente: “El humo provoca la contaminación atmosférica más grave de la historia” al leer estas líneas el interés se intensifico de una manera anormal, seguí leyendo:” Según expertos y entes oficiales, es la polución más severa y persistente. Y se discute el grado de toxicidad del humo. Ayer hubo lluvia de cenizas en Ezeiza y Pilar. Declararon la emergencia vial y el alerta amarilla en hospitales”.
Los ciudadanos nos convertimos en una raza de especialistas en humo. El tema estaba en boca de todos y éramos muchos los que teníamos opinión, queja y punto de vista sobre el tema, pero sin embargo nos preguntábamos algo en común, ¿Hasta cuándo duraría este fenómeno y qué tan mal nos hace? Temprano en la mañana, el domingo 20 de abril amaneció con la misma nube gris y la visibilidad se asemejaba a las calles de Londres, dejando de lado la molestia del interminable olor. Tomé el diario y casi automáticamente fui directo a lo que era de mi interés: “Por lo menos hasta el miércoles prevalecerán los vientos del sector norte con una intensidad inferior a los 20 kilómetros por hora, lo que facilitará la condensación de la nube tóxica. Y hasta ese día no hay probabilidades de lluvia”
Al pasar de los días el humo se fue sintiendo más paulatino, pero a pesar de esto fue desconsolador las huellas que este anómalo nos dejó hasta el día de hoy.
“Hasta entonces, salvo en conferencias de prensa y chicanas políticas, el Gobierno no había dado señales suficientes de su despliegue ante la crisis. Y cuando reaccionó, ya era tarde: los humos habían dejado el saldo de siete muertos y 41 heridos en la ruta 9, epicentro de la quema de pastizales. Desde el máximo nivel del área ambiental se llegó a decir que había que esperar cambios en las condiciones del tiempo. Algo así como ponerse a rezar. Es tan cierto que hubo y hay productores irresponsables que quemaron pastizales en busca de mejores pasturas para el engorde de sus ganados, como morosidad oficial ante la expansión del fuego: el crecimiento de los focos entre el 5 y el 16 de abril fue notoria, en consonancia con la falta de eficacia de los instrumentos del Estado”. Fue una de las notas más escalofriantes que había leído hasta el momento.
Y es eso lo que nuestro Gobierno deja en el desconsuelo de todos los Argentinos, cuando quisieron tranquilizarnos afirmando que el humo no era toxico, expertos en el tema anunciaban que era un “cóctel toxico”. Basaba con sólo ver un segundo del noticiero, o escuchar la radio o mirar el periódico para darnos cuenta que se burlaban de nosotras al decir que el aire era puro. Mientras tanto los hospitales se encuentran colmados de personas que con naturalidad se llenaron de este “aire puro”.

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